"El valor de la palabra"
¿Por qué “una imagen vale más que mil palabras”? y ¿“un hecho
vale más que cien palabras”?
Todavía hoy reproduzco en mi retina aquella imagen tan difícil
de borrar. Aquella figura de lo vivido atrás que, inevitablemente evoca también
olores, sabores y tactos. Todo un sinfín de sensaciones y emociones en mí. Y
como fondo, pensamientos y palabras.
Todavía hoy, retengo en mi cuerpo lo vivido al darme cuenta,
de ese hecho, más allá de lo que me dijeses. Figura de lo actuado que,
inevitablemente evoca en mí, sentimientos y reacciones. Y como fondo,
pensamientos y palabras.
“Te doy mi palabra”. Y la figura “palabra”, va perdiendo
intensidad, perdiéndose en un fondo de desconcierto, dudas, inseguridades
propias y ajenas. Y es que, “si no lo veo, no lo creo”. Entonces, ¿cuánto vale
la palabra?
A mi entender, su valor está en lo que de nosotros y nuestra
experiencia contiene. Encuentro palabras “vacías” carentes de coherencia entre
nuestro sentir, actuar y expresar y, palabras “llenas” de nuestras emociones,
sensaciones y nuestra esencia que, nos permiten integrar nuestra vivencia con
nuestro actuar, para relacionarnos con nosotros mismo y con los otros, de una
manera libre, flexible y fluida.
¿Para qué me sirve poner palabra a mi experiencia? Recientemente,
me he dado cuenta que a veces la imagen o el hecho, no me es suficiente para
avanzar y seguir creciendo. A veces, el fluir de la acción, no completa mi
necesidad de comprensión y consciencia. A veces, aun con mi miedo de “nombrar”
lo que siento, la palabra me abre camino al sentirme más segura. Y al decirlo,
lo verbal cambia mi experiencia. A veces, la “palabra sentida”, amplía mi
movimiento hacia mí y hacia ti. A veces, la “palabra actuada” apoya todo
aquello que trasciendo y me guía en pos de avanzar y continuar mi andanza.
Hoy, cojo mi palabra para decirte, que “mi palabra” a veces
sólo expresada, a veces sentida y otra actuada, es la conciencia de mí. Sentir,
actuar y expresar mi experiencia presente. En mi palabra hallo presencia de ser
y, soy cambiante.
Así que a veces, “donde dije digo, digo Diego” pues, más allá
que las “palabras se las lleva el viento”, mi sentir, actuar y expresar a cada
momento, se asientan en mi cuerpo y en mi
mente. Pues con mi consciencia y presencia, “monta tanto y tanto monta”,
una imagen, un hecho, una palabra. Sentir, actuar y expresar y como fondo, mi
presente cambiante. El valor de mi palabra.